23/7/13

Jueves, 18 de julio de 2013: el día después

Después de pasar una mala noche con la garganta sequísima e irritada, sin pegar ojo por los ruidos, los pitidos de las máquinas (la mía incluída) y por no poder moverme, pasó el Dr. Foncillas para ver como iba (dijo que tenía el abdomen blando y que eso era buena señal).

Hacia la 1 llegó Gabriel y nos dijeron que pronto me pasarían a planta, que estaban esperando una habitación libre (¿Cómo? ¿No estaba previsto que hoy nos daban habitación? Ahí sí me puse como una moto porque yo pensaba que al llegar a la habitación ya podría beber y me quitarían la sonda. Por eso esperaba con ansia el traslado.

Finalmente nos comentaron que ya teníamos habitación asignada, pero que estábamos a la espera de un camillero. Total que con todo eso, en lugar de subir hacia las 12 de la mañana, que serían las 24 horas, subimos que ya eran las 15.

La habitación con una cama y sofá para el acompañante, era preciosa (también remodelada), pero yo sin beber y con sonda nasogástrica... (Ah, me olvidé de decir que, por supuesto, llevaba también una sonda de vejiga para la orina, pero esa no me molestaba y era bien cómoda, la verdad.)

Como tenía la boca irritada y sequísima evitaba hablar nada más allá de lo necesario para que me entendieran, tanto mi compañero como las enfermeras y los auxiliares, que fueron muy amables y atentos en todo momento. Me atendieron, me lavaron e hicieron todo lo posible para que estuviera cómoda pero ¡qué día más largo!

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